En 1999, el Creador me salvó por medio de un milagro tan poderoso, que supe instantáneamente que le daría el resto de mi vida a Él. Servirle a menudo ha sido difícil, pero fue la mejor elección que he hecho. Nunca me he arrepentido desde entonces.
Debido a la naturaleza del milagro, estaba claro que sólo podía haber sido el Creador Yahweh (Jehová) quien me había salvado, pero lo que no sabía era si el Mesías ya había regresado o no. Si iba a servir a nuestro Padre Celestial de la manera correcta, la primera cosa que tenía que hacer, era comprobar, solo por el Tanaj (Antiguo Testamento), si el Mesías ya había venido o no.
Una vez que pude ver en el Tanaj que el Mesías ya había venido una vez, lo siguiente que necesitaba conocer era la versión de la fe que Él había venido a enseñar, porque la Escritura nos dice que debemos luchar fervientemente por la fe que fue entregada a los santos.
Yehudah (Judas) 3
3 Amados, por la gran solicitud que tenía en escribirles acerca de nuestra común salvación, me pareció necesario escribirles exhortándoles a que luchen ardientemente por la fe que una vez fue entregada a los santos.
No quería asumir que la fe que me enseñaron cuando era niño era la correcta. Había muchas denominaciones diferentes, pero a lo sumo sólo una de ellas podía ser correcta. Necesitaba saber cuál de ellas, si es que existía, era la fe que el Mesías había enseñado originalmente.
Volví a la iglesia en la que me crié, pero no permanecí. El pastor contradecía abiertamente al Mesías en sus sermones, usando un verso para explicar otro. Él decía: “La Biblia dice que es mejor dar que recibir, pero eso está mal. Cualquier niño sabe que es mejor recibir que dar, ¿y no dice la Biblia que debemos ser como niños pequeños?” Yo sabía que no podía quedarme allí.
Dejé mi antigua iglesia y fui a una catedral episcopal con un poderoso predicador. Yo amaba sus sermones, y mi amor por Yahweh creció. Después de hacer la comunión, sentí que el Espíritu caía sobre mí, como si alguien me hubiera enganchado a alguna fuente eléctrica invisible. Empecé a ver el mundo a través de nuevos ojos, y escuchar cosas con nuevos oídos. Era como si el mundo se transformara ante mí.
Cuando el predicador se retiró unos meses más tarde, el comité directivo contrató a un pastor gay para ocupar su lugar. Era gracioso, y nos hacía reír, pero en su sermón introductorio contó chistes sobre cuánto odiaba la parábola de la fiesta de bodas. Él le decía a la congregación que la ignorara, ya que no se aplicaba a nosotros hoy. Luego, al final de su sermón dijo que quería recaudar millones de dólares para que pudieran terminar de remodelar la catedral. Parecía que un edificio hermoso era más importante para él que obedecer las palabras del Mesías. Cuando le pregunté a Yahweh acerca de esto, abrí mis Escrituras, y allí encontré 2 Timoteo 4: 3-4.
TimaTheus Bet (2 Timoteo) 4:3-4
3 Porque vendrá el tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que, conforme a sus propios deseos, tendrán comezón de oír, y amontonarán para sí maestros;
4 Y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a las fábulas.
Eso fue exactamente lo que vi. Los congregantes parecían aliviados cuando el pastor les decía que las Escrituras no se aplicaban a ellos. Los hacía felices. Evidentemente, querían que alguien les dijera que mientras siguieran lo que les decían e hicieran un buen espectáculo, no tenían que aceptar las palabras del Mesías ni vivir por ellas. Pero eso no era una iglesia para mí.
Me preguntaba: ¿dónde estaban los verdaderos creyentes? Las Escrituras dicen que la comunión es importante, así que tuve que encontrar a otros que quisieran servir a su Mesías y Rey. Sin saber qué más hacer o dónde ir, pensé que quizá podría encontrar la verdadera fe entre los remanentes de las antiguas comunidades pioneras de las zonas rurales de América. Tendría que dejar las ciudades, pero no me importaba lo que costara, tenía que encontrar a otros creyentes que quisieran vivir para Él.
Mattityahu (Mateo) 13:45-46
45 El reino de los cielos es como un mercader que busca hermosas perlas,
46 El cual, hallando una perla de gran precio, fue y vendió todo lo que tenía y la compró.
Me mudé a un área en el este de Washington que conocí durante mi infancia. Era un lugar donde los puestos de fruta de la carretera eran de auto atención. La gente escogía las frutas que quería, pesaban sus compras, luego dejaban en la caja el dinero, y todo se hacía en el sistema del honor. Si la fe se podía encontrar en algún lugar de América, seguramente podría encontrarla allí, en el corazón del país, donde la Biblia todavía era parte de la vida cotidiana.
Orando por dirección, me mudé a una pequeña ciudad rural que iba a ser mi nuevo hogar. Los Adventistas del Séptimo Día dejaron un volante en mi buzón de correo con la pregunta: “¿Cuándo fue cambiado el Shabat (sábado) por el domingo? ¿Y dónde dicen las profecías que el día de la adoración semanal sería cambiado?”. No pude responder a eso, así que fui a estudiar con ellos. El Shabat parecía ser el día correcto, pero ellos mantenían otras fiestas que la Biblia no decía que teníamos que guardar como Navidad y Pascua (Ishter). Después de investigar un poco, me di cuenta de que la Biblia nunca dijo que hubiera que cambiar ninguno de los días de adoración. También decía que no debemos guardar Asera o Ishtar, que eran sólo formas diferentes del nombre Pascua.
Melajim Alef (1 Reyes) 18:19
19 Ahora pues, envíen y congreguen a todo Israel en el monte Carmelo, los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de Asera (Ishtar), que comen en la mesa de Jezabel.
Pensando que ellos querrían saber esto, traté de compartir esta información con la gente en la iglesia. Me animaron durante un tiempo, pero al final los ancianos de la iglesia me llevaron a un lado e insinuaron que, si quería quedarme allí, necesitaba dejar de hacer tantas preguntas. Estaba desconcertado. ¿Cómo podían saber que, el día Shabat nunca había cambiado, pero olvidaban el hecho de que la Navidad y la Pascua no estaban ordenadas? Era como si todavía estuvieran parcialmente cegados.
Resultó que mis vecinos eran Judíos Mesiánicos (Judíos que creen que Yeshúa [Jesús] es el Mesías). Ellos guardaban el Antiguo Testamento, así como el Nuevo Testamento. En lugar del domingo, Navidad y Pascua, sólo guardaban los días que las Escrituras decían que debemos guardar. Cuando les pregunté acerca de sus creencias, ellos respondieron: “Si Yahweh no nos dice que las celebremos, ¿por qué deberíamos hacerlo? ¿De qué manera, estas fiestas, lo honran a Él (Navidad, Pascua de los conejos)?”. No pude responder a esa pregunta, así que comencé a estudiar con ellos. Nos reuníamos en su casa los Shabat y durante toda la semana para hablar de Su palabra.
Cuando Yahweh comenzó a despertarme a la verdad, me enojé con la iglesia Cristiana, por enseñar principios que no estaban respaldados por Su palabra, y que en realidad contradicen Su palabra. Algunos de mis escritos anteriores reflejaban esta ira y frustración, pero Yahweh me mostró cómo las mentiras de la iglesia siempre estuvieron profetizadas.
Yirmeyahu (Jeremías) 16:19
19 Yahweh, mi fuerza y mi fortaleza, mi refugio en el día de la aflicción. Los gentiles vendrán a Ti desde los confines de la tierra y dirán, “Ciertamente nuestros padres han heredado mentiras, vanidad y cosas inútiles”.
Con el tiempo, y de boca en boca, me encontré con otros creyentes y buscadores de la verdad, tanto en persona como en Internet. Muchos de ellos tenían el mismo tipo de preguntas. Mientras estudiaba todas estas cosas, escribía mis estudios y los enviaba a mis amigos por Internet, y luego empezaron a enviarlos a sus amigos. Pronto puse un sitio web y publiqué todos mis estudios anteriores. Como íbamos aprendiendo cada vez más cosas, a veces tenía que volver a escribir los estudios y enviar versiones corregidas. Estaba feliz de hacerlo porque no importaba si tenía razón o no, solo importaba que los estudios fueran correctos.
Mientras seguíamos estudiando, los estudios se hacían más largos y complejos. A medida que veíamos cómo los diversos estudios estaban vinculados entre sí, finalmente se hizo evidente que teníamos que juntar todo en un libro, para dar al lector un mejor sentido de perspectiva. Aunque lo hemos reescrito y actualizado muchas veces, este libro que estás leyendo ahora son nuestros descubrimientos sobre lo que verdaderamente dicen las Escrituras Hebreas.
Te invito a acompañarme mientras comparto algunas de las cosas que he aprendido. No quiero que creas nada solo porque “yo lo digo”, sólo quiero que uses este libro como una guía de estudio. Mi ruego es que seas como los nobles Bereanos que estudiaban diariamente las Escrituras para ver si las cosas que les enseñaban eran correctas.
Ma’asei (Hechos) 17:10-12
10 Entonces, los hermanos enviaron de noche a Pablo y Silas a Berea. Cuando llegaron, fueron a la sinagoga de los Judíos.
11 Estos eran más nobles que los de Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda prontitud, y revisaban diariamente las Escrituras para saber si estas cosas eran así.
12 Por lo tanto, muchos de ellos creyeron; y también no pocos de los griegos, tanto mujeres como hombres prominentes.